El fuerte crecimiento de las fuentes renovables

No solo permiten generar electricidad sin emitir gases de efecto invernadero, sino que son virtualmente inagotables. Las energías renovables representan el eje de la transición energética. En realidad, la energía utilizada no se renueva nunca, sino que se transforma en energía eléctrica. Son las fuentes como el viento o la luz del sol que se renuevan independientemente del uso que hacemos de ellas, a diferencia por ejemplo de las materias primas de origen fósil como el carbón o el petróleo. Las tecnologías maduras: energía hidroeléctrica y geotérmica La forma más antigua de generación eléctrica de fuentes renovables es la energía hidroeléctrica (las primeras centrales se remontan a finales del siglo XIX) que es también la más importante, con una capacidad instalada a nivel mundial que sobrepasa el total de las demás. Es una tecnología madura que no se presta para una revolución explosiva, pero las nuevas tecnologías pueden aumentar la eficiencia de las plantas y prolongar su duración. Además, en muchos países, principalmente los que están en vías de desarrollo, existen todavía márgenes de crecimiento significativos para la valorización de los recursos hídricos. También la energía geotérmica es una tecnología consolidada, que vio la luz a principios del siglo XX: la primera central del mundo, la de Larderello en Toscana, se inauguró en 1911, pero los primeros experimentos ya habían empezado en 1904. Actualmente, la geotermia desempeña todavía un papel secundario a nivel global, porque solo algunas regiones del mundo cuentan con recursos geotérmicos importantes. Sin embargo, las tecnologías innovadoras, como las plantas de baja entalpía, pueden aumentar considerablemente el número de los países idóneos para el desarrollo de la geotermia. El gran crecimiento de las energías solar y eólica La energía solar, junto a la eólica, es la gran protagonista de la transición energética actual. Marginal hasta hace pocas décadas, conoce hoy un crecimiento vertiginoso: la capacidad fotovoltaica global ha aumentado de 40 GW en 2010 a 580 GW en 2019. El mérito es básicamente de la innovación tecnológica, principalmente del sector de la ciencia de los materiales, que hizo competitivas las plantas fotovoltaicas incluso desde el punto de vista económico respecto a las fuentes fósiles: de acuerdo con IRENA (Agencia Internacional de la Energía Renovable - International Renewable Energy Agency), los costes de la producción de electricidad fotovoltaica han bajado un 82% en la última década. Y las perspectivas son aún más alentadoras: con las tecnologías de nueva generación se podrá aumentar la eficiencia de los paneles solares en un 30% con respecto a hoy y la productividad en más de un 20%. También en el sector de la energía eólica la tecnología ha dado grandes pasos adelante: en la actualidad, las palas eólicas llegan a un diámetro de 200 metros y se prevé que sus dimensiones crezcan aún más. También en este caso la mayor productividad disminuyó los costes: entre 2010 y 2019 bajaron respectivamente un 39% para la energía eólica onshore y un 29% para la offshore. El resultado es un crecimiento impresionante: la capacidad total de los parques eólicos onshore subió de 178 GW en 2010 a 594 GW en 2019. Las plantas offshore tuvieron un desarrollo más lento, con solo 28 GW instalados en 2019, pero con un margen de crecimiento enorme. Las tecnologías emergentes: energía marina, hidrógeno y almacenamiento Entre las fuentes de energía renovable del futuro está el mar, con sus potencialidades inmensas: la forma más intuitiva de generar electricidad es utilizar la energía del oleaje, pero también es posible aprovechar las mareas, con la ventaja que estas se pueden prever con precisión. Otros métodos se fundamentan en la diferencia de temperatura entre las aguas superficiales y profundas o también en la diferencia de salinidad entre las diferentes masas de agua. Las tecnologías para valorizar estas fuentes de energía todavía no se han desarrollado lo bastante como para permitir su uso comercial generalizado, pero algunas plantas experimentales y prototipos ya han sido realizados con buenos resultados, principalmente por lo que se refiere a la energía de las olas y las mareas. Su respetable potencial teórico se ha estimado respectivamente en 700 GW y 200 GW. Una mención aparte merece otro recurso del futuro: el hidrógeno, que no es una fuente de energía sino un vector energético y que, de obtenerse de fuentes renovables, es ecológico al 100%. Su aporte puede ser precioso principalmente para hacer sostenibles sectores difíciles de electrificar, como la industria pesada, la navegación, la aeronáutica y el transporte por carretera con vehículos pesados. También las tecnologías para obtener el hidrógeno se encuentran en una etapa inicial y todavía no están listas para difundirse a escala comercial, pero los plazos necesarios para su lanzamiento podrían ser mucho más cortos que los de otras tecnologías. Un rol decisivo lo asumirán también los sistemas de almacenamiento, o sea de acumulación de energía, necesarios para poner remedio a la intermitencia de fuentes renovables como el sol y el viento. Históricamente, la tecnología de acumulación más importante es la de las centrales hidroeléctricas de bombeo, pero en la actualidad conocen un gran crecimiento las baterías, especialmente las de litio, que pueden colocarse en cualquier sitio. La difusión de las instalaciones de almacenamiento todavía está limitada, pero va aumentando rápidamente gracias, también en este caso, a la innovación tecnológica que mejora constantemente la calidad y las prestaciones de las baterías, reduciendo sus costes. Cuando el almacenamiento esté plenamente integrado en las redes eléctricas, las fuentes intermitentes podrán proporcionar energía a la red eléctrica en cualquier momento, prescindiendo de las condiciones atmosféricas: entonces será posible contar con un mix de generación eléctrica totalmente sin emisiones. Un futuro no demasiado lejano.

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Las energías renovables para la transición energética

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