Compra de energía renovable por parte de las compañías: tres tendencias

Puesto que cada día resultan más obvios los efectos nocivos del cambio climático, cada vez hay más organizaciones, gobiernos y empresas que introducen la descarbonización directamente en sus agendas. En 2020 China, el país que más emisiones produce, se comprometió a alcanzar la neutralidad en materia de emisiones de carbono en 2060. El recién elegido presidente Joe Biden volvió a introducir a EE.UU.. en el Acuerdo de París, mientras que la Unión Europea (UE) aumentó su objetivo de reducción de emisiones a un 55% en 2030 y destinó un tercio de su presupuesto para la recuperación del COVID-19 a inversiones ecológicas. La UE también aprobó un nuevo Reglamento sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros, que entrará en vigor en marzo de 2021. La idea consiste en fomentar la transición de las inversiones privadas hacia una economía climáticamente neutra y atajar lo que se conoce como “greenwashing” o ecoimpostura, es decir, la práctica de engañar al público acerca de los propósitos medioambientales de una empresa. En el sector privado cada vez más empresas se están sumando a las iniciativas de energía renovable, como RE100 y Science-Based Targets, que en 2020 sobrepasaron el récord histórico de 1000 signatarios. Gigantes como Microsoft e IKEA se han propuesto alcanzar un nivel “negativo en carbono” y “positivo en clima” e, incluso, algunos colosos del petróleo y el gas como Shell y BP aspiran a un nivel cero añadiendo las renovables a sus carteras. Desde este prisma, el 2021 será un año emocionante y desafiante a la vez. Conforme a nuestra experiencia, creemos que las empresas que compran energía renovable tomarán decisiones guiándose por estas nuevas tendencias. Tendencia 1: abordar las emisiones de alcance 3 Las principales fuentes de emisiones de una empresa a menudo se localizan en fases anteriores y posteriores de la cadena de valor, es decir, en la producción y uso de sus productos. Éstas son las que se conocen como emisiones de alcance 3 y a diferencia de las que se hallan bajo el control directo de la empresa (alcance 1) y de sus adquisiciones de energía (alcance 2), son más difíciles de eliminar. Por otra parte, las de alcance 3 tienen una mayor capacidad potencial de prevenir los peores efectos del cambio climático. Cuando un gigante toma medidas para reducir las emisiones de alcance 3, se produce un efecto cascada en las empresas de su cadena de suministro y las obliga a desarrollar iniciativas para reducir sus huellas de carbono. Esto, a su vez, motiva a otros sectores, como la producción del acero o del cemento, a emprender el viaje hacia las renovables e incentiva la colaboración. Como suele suceder, las mayores empresas tecnológicas del mundo están dando ejemplo: Amazon, Facebook, Google, Apple y Microsoft han anunciado recientemente su intención de reducir sus emisiones de alcance 3. Habida cuenta del tamaño de sus cadenas de suministro, esto está teniendo grandes repercusiones en todo el mundo. Microsoft se ha comprometido a alcanzar un objetivo negativo en carbono en 2030 en los tres alcances. En julio de 2021 la empresa tiene previsto poner en marcha un proceso de contratación que incentive a todos sus proveedores a reducir sus emisiones y que aliente la entrega de informes exactos de dicha reducción. En 2050 Microsoft habrá eliminado todo el carbono que ha emitido desde que se fundara en 1975. Las emisiones de alcance 3 del proceso de fabricación industrial constituyen alrededor del 75% de toda la huella de carbono de Apple. Por consiguiente, Apple ha decidido que el 100% de la electricidad utilizada en su cadena de suministro industrial — incluida la extracción de material, la fabricación de componentes y el ensamblaje del producto final — provenga de fuentes renovables en 2030. Otro gran ejemplo es el sector del automóvil. Las casas automovilísticas, que apuntan a conseguir fábricas con impacto cero, están obligando a sus cadenas de suministro a reducir su huella de carbono y en una puja por recortar sus emisiones de alcance 3, se han congregado todas bajo el paraguas de la iniciativa Drive Sustainability, con el fin de armonizar los criterios de veto para los fabricantes de piezas. Desde 2020 las 31 fábricas que BMW tiene en todo el mundo, de México a Malasia, utilizan exclusivamente energía renovable. Un año antes, Volkswagen introdujo un nuevo sistema de valoración de la sostenibilidad para sus 40.000 proveedores que ocasiona a las empresas que no descarbonizan sus actividades una desventaja competitiva. Además, VW ha declarado el uso de energía renovable como requisito contractual en la producción de sus baterías y también ha prestado una especial atención a todas las piezas grandes de aluminio, ya que se consume mucha energía para producirlas. Al producir aluminio con energía ecológica y utilizar materiales reciclados secundarios, VW está minimizando las emisiones de CO2 de sus materiales primarios. El sector minorista tampoco se está quedando atrás, Walmart acaba de poner en marcha el ambicioso Proyecto Gigaton, que tiene como objetivo eliminar un Gigaton (mil millones de toneladas métricas) de CO2 de la cadena de valor global de la empresa en 2030. Más de 2300 proveedores de 50 países están participando en este Proyecto, que ya ha demostrado haber ahorrado 230 millones de toneladas de emisiones desde 2017 – más del 20% del objetivo final – gracias a la gestión de la energía, los residuos, el embalaje, la agricultura, los bosques, el uso de los productos y el diseño. Tendencia 2: objetivos de sostenibilidad más allá de la simple compra de renovables Las empresas son cada vez más conscientes de los efectos medioambientales y sociales de sus contratos de renovables y esto, a su vez, está condicionando sus decisiones acerca de con qué empresas públicas firmar contratos y de qué centrales extraer su energía. Los compradores de energía ecológica no solo quieren asegurarse de que el Contrato de Compra de Energía (PPA) contribuya claramente a reducir sus emisiones, sino que además, quieren saber si la empresa que produce esa energía solar o eólica trata bien el contexto natural del parque, a las comunidades y a sus empleados. De hecho, no todas las centrales de energías renovables se crearon de la misma manera, dos proyectos que parecen iguales sobre el papel, pueden repercutir de forma muy distinta en sus entornos — ya sea a nivel social, natural o ambos. Por ejemplo, algunas centrales de renovables eliminan más combustibles fósiles que otras. Algunas tienen que invadir hábitats de plantas y animales para conseguir un acceso idóneo al viento o al sol, otras suministran energía limpia a costa de las comunidades locales. Por consiguiente, las empresas que gestionan proyectos de parques y las empresas de suministro de energía están teniendo en cuenta estos factores. Por ejemplo, Enel Green Power invita a sus socios de PPA a participar en la selecta iniciativa Create Shared Value, traducida como Crear Valor Compartido. De esta manera, las empresas pueden cumplir criterios de sostenibilidad que van más allá de la reducción de su huella de carbono y que resulten coherentes con la estrategia y las prioridades de la organización (por ejemplo, agricultura sostenible, empoderar a las mujeres o educar a las comunidades locales). Además Enel Green Power brinda a sus clientes PPA un servicio denominado Sustainability Project Portfolio Management (PPM), que establece una serie de objetivos de ESG para que toda la cadena de valor de la empresa sea sostenible y se sitúe en la línea de los ODS de las Naciones Unidas. Tendencia 3: se espera un boom de PPA con almacenamiento Las empresas necesitan energía 24/7, incluso cuando no sopla el viento y no calienta el sol y las redes eléctricas reclaman fuentes cada vez más flexibles para compensar la imprevisibilidad de las centrales renovables y concentrar la producción cuando más se necesita. Creemos que los sistemas de almacenamiento energético se convertirán pronto en uno de los elementos clave de los Acuerdos de Compra de Energía Renovable. Esto se debe a que a lo largo de la última década, el aumento de las renovables ha ido acompañado de una reducción del 80% del precio de los sistemas de almacenamiento energético a base de baterías de litio (BESS), según un informe del Banco Mundial de mayo de 2020. Apostar por el almacenamiento no solo contribuye a reducir aún más las emisiones y a promover una imagen de sostenibilidad y de protección medioambiental — también es económicamente racional, porque un BESS tiene la capacidad única de recargarse cuando hay poca demanda de energía y de poner en circulación energía cuando aumenta la demanda. Esto significa que los compradores pueden protegerse de la volatilidad de los precios de la energía ajustando la producción de sus carteras de renovables a su perfil de demanda durante los períodos pico y fuera de éstos. Es más, se puede diseñar un BESS de tal manera que preste múltiples servicios auxiliares a la red y ayude a recuperar las pérdidas de producción de los generadores de energía renovable — una capacidad que se conoce como acumulación de ventajas. Todas estas ventajas se suman a un coste nivelado de la electricidad (LCOE) inferior— una medida que calcula los ingresos necesarios para construir y mantener en funcionamiento un generador a lo largo de un determinado período de recuperación del gasto. El LCOE de una central de energía renovable con un BESS instalado en ella será inferior que el de los generadores térmicos convencionales, por lo que las tarifas del suministro podrán ser más competitivas.

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