Goal 5: un modelo a seguir para las ingenieras del futuro

En este cuarto episodio de nuestra serie dedicada al Objetivo de Desarrollo Sostenible #5 (Igualdad de género) de Naciones Unidas viajamos hasta Sudáfrica para conocer a Alisha Raghoonanan, ingeniera y responsable de proyectos en EGP. Además de llevar a cabo su labor como coordinadora de proyectos –como hizo durante la reciente construcción del parque eólico de Oyster Bay, ubicado en la provincia sudafricana del Cabo Oriental– es mentora del programa ‘Back to School’ de EGP, una iniciativa que consiste en mostrar a las alumnas que el estudio de las materias CTIM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) no es solo cosa de chicos. La falta de mujeres que estudian este tipo de materias es un problema internacional, y Sudáfrica no es una excepción. Alisha Raghoonanan creció en la comunidad india de Lenasia, “muy estricta y ortodoxa”, nos cuenta, ubicada al sur de los municipios del suroeste de Johannesburgo (también conocidos como Soweto). Según Alisha, aunque de las chicas de su generación se esperaba que se casaran jóvenes, al mismo tiempo no se les impedía que pudieran cursar carreras profesionales, pero las opciones se limitaban a profesora, médico, contable o abogada. La ingeniería no estaba en la lista, pero ella rompió el molde y se graduó en el Lenasia o Secondary School, también conocido como "Lenz High", en 2007 y pasó a estudiar Ingeniería Civil en la Universidad de Johannesburgo para luego hacer un posgrado allí y en una escuela de negocios. Reacciones iniciales Raghoonanan participa en el programa ‘Back to School’, que comenzó a principios de este año, en el instituto “Lenz”, su antigua escuela. Ella ha sido escogida junto a otras tres compañeras mentoras para ponerse en contacto con sus antiguos colegios y llevar a cabo esta iniciativa. El programa arrancó el pasado mes de mayo con una jornada profesional y una reunión entre las cuatro mentoras para definir los objetivos de las cuatro sesiones de las que consta la iniciativa. Las jóvenes destinatarias se encuentran en el undécimo curso escolástico, es decir, el penúltimo año de colegio. Alisha afirma que ha observado un cambio de actitud considerable en ellas. “Al principio estaban muy sorprendidas porque me decían que yo tenía el aspecto de un ingeniero y me preguntaban cómo logré no casarme cuando era más joven o cómo consigo compaginar mi trabajo con la vida familiar”, cuenta Alisha, que añade: “Pero creo que el hecho de que me parezca a ellas, que hayamos estudiado en la misma escuela, les ha ayudado a relacionarse conmigo y ahora me hacen preguntas más prácticas y se interesan por saber cómo podrían entrar en este sector”. Algunas chicas incluso consiguieron que Alisha llamara a sus padres para convencerles de que la ingeniería era la mejor opción para ellas: “Le dije a un padre que, dado que las energías renovables son cada vez más importantes de cara al futuro, si su hija escogía estudiar ingeniería, podría comerse el mundo”, afirma Raghoonanan. Un sentimiento de orgullo El padre de Alisha, que también es ingeniero, desempeñó un papel importante en su trayectoria profesional: “De pequeña era bastante creativa. Me encantaba dibujar, y todavía lo hago, y quería ser arquitecta. Pero eso habría supuesto ir a la UCT (la Universidad de Ciudad del Cabo), a unos 1400 kilómetros de distancia y mi padre no quería que me fuera de casa si podía estudiar ingeniería en una universidad local”, nos cuenta Alisha. Después de graduarse, empezó a trabajar en el mundo de la ingeniería, un sector casi exclusivamente masculino, concretamente en la ingeniería de la construcción, lo cual al principio supuso algo, en sus palabras, “bastante intimidante”, aunque no se arrepiente: “Le doy las gracias a mi padre por haberme apoyado en esa dirección, ya que me ha brindado muchas posibilidades. Él está muy orgulloso de lo que hago y me siento afortunada y orgullosa de ser una mujer ingeniera en Sudáfrica”. De este modo, espera transmitir su experiencia y orgullo a sus alumnas: “Mi sueño es encontrarme con una de ellas dentro de diez años, que me diga que es ingeniera y pueda mostrarme alguna de sus construcciones”.

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